martes, 13 de diciembre de 2011

El dios de los filósofos

Tengo una entrada nueva atravesada que no termina de salir. Mientras tanto aca va este viejo hit del blog anterior. Me da vergüencita la voz con la que escribia antes, pero lo pongo como estaba :-)

Tengo dos latiguillos que repito en todas las discusiones de tipo filosófico, que repito constantemente. Son como actos reflejos de la mente, palabras que no por lo trilladas son menos ciertas, que le dan a uno tiempo de pensar algo menos trivial.

El primero es "Para un hombre con un martillo todo parece un clavo". El segundo es "hacer una teoria es facil pones de un lado todo lo que te gusta y del otro lo que no te gusta" (No, ninguno es de mi autoría).

Quiero llamar la atención sobre el segundo de los latiguillos antes de comenzar para que el (estimado/hipotético) lector lo tenga en mente mientras disect el mundo del pensar entre Buenos y Malos (tienen tres intentos para adivinar de qué lado me pongo yo).

Bueno entonces pensaba el otro dia sobre el Dios de los filósofos. Este es un dios garante de la totalidad del universo que, para tener plena certeza de su existencia se le debe despojar de toda caracteristica. Es un Dios abstracto. Es tan abstracto que se puede llamar de cualquier otra manera (Ser, Poder, Voluntad, etc etc etc etc etc etc).

El problema es que el dios de los Filosofós no es Dios porque lo que hace al dios filosofico es la ausencia de algo fundamental: que Dios es un Dios viviente, tal como toda la tradición Abrámica. No es una mera espuma para llenar los huecos que nuestros esquemas filosóficos dejan sino que es el Sustentador de todos los mundos. Entonces aquellos filosofos que proponen estos dioses abstraidos, incluso aquellos que son nominalmente creyentes, están ignorando lo que hace a Dios Dios.

Y esto no pasa ciertamente por un error conceptual (Ya que ningún concepto le hace justicia a Dios) sino por una falta de voluntad de sumisión (en el sentido de Islam). Dios no es un concepto a aprehender sino una realidad omniabarcante ante la cual rendirse y entregarse (Y esto no significa ni quietismo ni pasividad, como las pobres palabras que elegí pueden implicar). Alcanzar esa conciencia de Dios no es un acto intelectual (aunque en absoluto este reñido con la razon) sino que requiere la humildad de estirar la mano en la oscuridad y aceptar esa otra mano que indefectiblemente nos toma si realmente la buscamos con sinceridad.

DI: “¿Quien es el que os procura el sustento del cielo y de la tierra? O ¿quien es el que tiene poder sobre [vuestro] oído y vista? Y ¿quien es el que saca lo vivo de lo que está muerto y saca lo muerto de lo que está vivo? Y ¿quien es el que gobierna todo cuanto existe?
Y ellos [sin duda] responderán: “[Es] Dios.”
Di, entonces: “¿No vais, pues, a ser conscientes de Él - cuando Él es Dios, vuestro Sustentador, la Suprema Verdad? Pues, una vez que la verdad [ha sido abandonada], que [queda] sino el error? ¿Cómo es, pues, que os apartáis de la verdad?”
 

Una consecuencia de abrazar al dios filosofico en cualquiera de sus formas, dandole la espalda al Dios Viviente es la deseperación. es de ahi de donde fluye la cobardía del pensamiento posmoderno, el escolasticismo de los analíticos, el Angst de las filosofias de la existencia de Heidegger y Sartre, la rabia de Nietzsche, la soberbia de los racionalistas y el pragmatismo de los empiristas (etc. etc. etc...Basicamente todo lo que no me gusta, como podrán comprobar ;-) )

Oportunamente cayó en mis manos "La Enfermedad Mortal" de Kierkegaard y ahí comprobé que al margen de diferencias sectarias o ideológicas todos los que concebimos a Dios como el Viviente (Y no como un parche para nuestro sistema conceptual) tenemos mucho en común y vemos algunas cuestiones de forma parecida.

Claro, eso no libra a nadie de nada. No cabe decir "Estoy salvado!" como los supuestos Cristianos de Estados Unidos y otros tantos cretinos sectarios de todas las religiones. Al ser todos los seres humanos hermanos en el sentido que describí en otras oportunidades nadie tiene derecho a encaramarse sobre sus semejantes y decirles "Soy metafísicamente mejor que uds. inmundos infieles" porque invalida la misma fe de la que quiere presumir. Yo carecí de fe durante gran parte de mi vida y (Dios me guarde) puedo perderla en el futuro.


[Pero,] ciertamente, los que dicen: "Nuestro Sustentador es Dios," y luego perseveran en el camino recto –sobre ellos descienden a menudo los ángeles, [para decirles:] "¡No temáis ni estéis tristes, sino alegraos con la buena nueva de ese paraíso que os ha sido prometido! Estamos con vosotros en esta vida y [lo estaremos] en la Otra Vida; y en ella tendréis todo cuanto vuestras almas puedan desear, y tendréis allí cuanto pidáis, como acogida preparada por Aquel que es indulgente, dispensador de gracia!"

Sura 41:30-32

1 comentario:

  1. Desde ya entiendo claramente la diferenciación de un dios viviente al dios de los filósofos, que hace entiendo también a un dios consciente de si mismo contra un principio fatal en el último caso, aunque personalmente prefiero la última. Y allí mi observación al caso donde no comparto (o mas bien no acato) la máxima enunciada que remite a la desesperación como consecuencia directa de negar la fe, dícese negar a dios, o suponer una concepción abstracta del mísmo, llámese panteísta (por citar lo mas cercano a mi propia concepción si acaso tolero alguna) si se quiere o cualquier otra diferente que la del dios viviente de la fe abrámica. Quiero decir no la acato en el sentido universal que creo leer arriba. Aunque puede haber subjetividades que lo vivan así como las hay también de quienes viven atormentados a causa de la fe, pero esto no puede ser norma en sendos casos. Yo puedo atestiguar como escéptico pues la fe religiosa no es la única creencia de la que reniego (quizás con algo de panteísta en algún rincón, lo que me acerc al dios de los filósofos en último caso), que mi escéticismo jamás me llevó a un lugar de desesperación. Más aún puedo decir que de esta vereda el no cargar con ninguna fe a cuestas ha sido una experiencia plenamente liberadora, al saberme dueño y responsable de mi albedrío. Pero no quiero decir con eso que no exista quien encuentre esa misma liberación en la fe y probablemente sea tu caso personal, seguramente porque las escencias de cada persona son diferentes. Ahora, como abogado del diablo, por ir al caso un viejo amigo que citaste mas arriba, no creo concretamente que don F. Nietzsche (lo cito a Él por dar un ejemplo tan cercano a mi gusto y de quien puedo hablar con mucho mas conocimiento de causa que otros allí citados) haya sido un desesperado por su falta de fe, aunque mas bien entiendo que sí lo fue por la incomprensión que sufrió de sus semejantes en su tiempo, precio que pagamos todos los que cuestionamos la norma (reliogiosa o secular da lo mismo) tan dentro de sus raices, no solo en cuestión de fe desde ya sino en cualquier ámbito, quizá allí también yo tenga algo de esa misma desesperación, pero es culpa exclusivamente humana, allí no entra el tema de la fe, sino cuentas que ajustar con el prójimo.
    Supongo que no pude dejar de observar que la máxima de la desesperación como efecto directo de la ausencia de fe me parece una premisa soberbia, que vemos repetida y recriminamos los escépticos contra el pensamiento religioso que nos ubica en el lugar de "descarriados", "perdidos de la mano de dios". Insisto que para mi la actitud ante la fe es un tema de esencia (pues a diferencia de la génesis abrámica yo no creo que los hombres seamos todos iguales en esencia), entonces los hay como yo que preferimos gobernar en la tierra o el mismo infierno que servir en la plenitud del cielo, pero no dejo de reconocer que la fe puede ser una experiencia liberadora para muchos otros cuya esencia es diferente a la mía. Sólo te discuto definitivamente la universalidad que me parece leer que le aplicás a tu máxima.

    Pablo

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